Ir de tapeo, ese arte tan español, tan delicioso, tan nuestro. ¿Por qué nos gusta tanto a los españoles ir de tapas? Fácil: es una manera cómoda y sabrosa de degustar ricos platos en buena compañía. Hoy os explicaremos cómo es una buena tapa.

Lo primero y principal, una buena tapa debe de estar confeccionada con una buena materia prima. De nada valen las buenas ideas si el producto no es bueno.

Además de ser de buena calidad, ha de entrarnos por los ojos, por lo que su presentación debe ser apetitosa, que incite al cliente a solicitar esa tapa.

Sobre su tamaño, depende de las zonas, pero debe ser un plato o bocado fácil de comer. En algunas regiones son para una sola persona, sobre todo cuando se regalan con la consumición. En otros lugares, en lugar de tapas casi son raciones, ya que pueden comer perfectamente 2 ó 3 personas de ellas.

Una tapa caliente siempre tiene que servirse recién hecha o, si está preparada previamente, ha de recalentarse correctamente. No hay nada peor que meterse a la boca un plato reseco por calentarlo deprisa y corriendo en el microondas.

Un error que comenten muchos lugares es ofrecer tapas demasiado saladas para intentar que la gente consuma más bebidas. Pero los clientes no son tontos y seguramente no repitan ni la tapa ni el establecimiento. La comida debe de estar bien condimentada y ser equilibrada en boca.

Una buena tapa debe ser capaz de provocar que el cliente quiera reproducir esa tapa en casa, que se pregunte qué lleva para que esté tan rica, o que se fije en cómo la preparan si se trata de cocina en vivo.

Otro buen secreto de las tapas es su maridaje: si además de ofrecer un producto rico y de buena calidad, el camarero es capaz de recomendarnos cómo maridar la tapa, habrá triunfado seguro. Aunque esto no es una ciencia exacta, porque los gustos son muy personales, pero existen determinadas bebidas que realzan aún más el sabor de lo que estamos tomando.

Para finalizar, una buena tapa siempre debe de ir de la mano de la mejor compañía y de un buen ambiente.

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